miércoles, 16 de octubre de 2024

Un artista

 

Un artista crea relieves y esculturas y después los ubica en las paredes de sus ciudad. Y luego en las del mundo. En su ciudad, con el tiempo, descubre que hay una persona -o tal vez sean varias- que las destruye. No todas, algunas, las que están cerca de su casa. ¿El destructor es un vecino del barrio? Imposible saberlo. Pero el artista no se desanima y continúa con su labor. No por desafiar al o los destructores, sino porque no puede privarse del placer de crear sus obras y ubicarlas donde más le gusta. El tiempo que ellas permanezcan siempre será finito. Así como el planeta se formó, se terminará un día. Y lo mismo pasará con el universo. Algo así tal vez se diga el artista y por eso disfruta de su potencia creativa más allá de los espacios consagratorias (galerías de arte, museos, espacios culturales), e incluso más allá de cierta línea útil para el mercado. y por supuesto más allá del destructor, en estrecha relación con todos los que, milenios atrás, cuando casi nada asimilable a lo que hoy conocemos como arte existía, crearon dibujos y tallaron piedras y maderas en los espacios que habitaban. Un espacio, cierto tiempo. El espacio es el lugar que ocupa la creación. Y el tiempo es la duración que perdura en una dimensión llena de misterio. Tal vez eso se diga.

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