De pronto, todo en mi vida era perfecto. O tal vez, ideal en el sentido de que era todo lo que debía ser. Y cuando digo todo, hablo también de mi pasado. Días desgraciados por fin tenían un sentido pleno. No solo me habían llevado al lugar donde estaba, un lugar soleado, sino que también, incluso con todos sus puntos oscuros, habían sido lo mejor que yo podía tener cada uno de esos días. Por fin, lo veía con claridad. Y lo llegué a sentir incluso. Y después, al rato, todo ese panorama no estuvo más.
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