No hay una forma, ni una idea,
ni siquiera una estructura,
mucho menos un dogma,
que explique, justifique,
o narre en detalle
lo que nos pasa a cada rato
en este mundo del universo
infinito.
No sabemos casi nada
de lo poco que alcanzamos a entender
al aproximarnos al canto de los pájaros.
Apenas que nos alcanza a conmover,
bajo un árbol de moras, en donde otros
seres también encuentran placer.
Desde ese sentimiento
deberíamos crear los cuentos
que ideamos durante noches heladas
para darle uso al tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario