Veía a las personas en todos lados,
en la calle, en la tele o en las redes
y presentía la energía que interpretaban,
al punto que les parecía que eran actores
que seguían el guión ideado por las estrellas,
y por alguien superior incluso a las estrellas,
si es que ese alguien existía, y si es que era posible
alguna vez entender qué tipo de asuntos
arbitraban las estrellas, y que parte ínfima,
pero importante, podían decidir los hombres.
Y se lo decía por las calles, consciente por momentos
que también le tocaba seguir determinada trama.
Y la seguía como los demás de la forma que podía.
Sintiéndose a veces escrupuloso y fuerte.
Y otras veces seguro de que sus conocimientos
eran vagos, variaban con un tiempo,
y se habían revelado por lo general escasos.
Y por sobre todo, que la necesidad de no sufrir
lo guiaba mucho más que las estrellas.
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