Hay un punto en el que tal vez
uno se pone a disfrutar
de lo que antes lo exigía
a permanecer atento a cierta valla
que marcaba ciertos límites.
Pero a veces esas vallas caen
o se abren y muchos días,
años incluso, salen, van, corren,
se vuelcan por distintos lados y, por fin,
ya no pesan las cuestiones que importaban
porque la libertad de pronto es
amplia, amplísima, y la alegría
resulta merecida y tiene motivos
para estar donde está, y uno la agradece
y deja cualquier objeción
porque está cansado de buscarlas.
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