Eran cuevas donde las personas viven desde hace por lo menos nueve mil años, le dijeron. Pero lo importante son las piedras, pensaba que tienen muchos más años, miles de millones, y por eso los trabajos en ellas son tan sagrados, y en este lugar más porque se trata de piedras que han logrado crear una convivencia con los seres humanos, una forma amorosa de unir los orígenes en la tierra con la vida cotidiana. Por eso hay que tener piedras en las casas, pensó, y quizo decir algo más, pero no le pareció adecuado adentrarse en disquisiciones tan personales frente a otros. Pasa siempre lo mismo, se dijo, lo que pienso no tiene la misma claridad cuando lo digo. Pasa que yo me entiendo de una forma intuitiva, supuso. Y calló atento a los filos de una de las cuevas.
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