Primero estaban las estrellas, muy tarde en la noche. Después, el amanecer. El sol comenzaba a elevarse desde el final del río, aunque en verdad era un mar calmo y marrón. Salí con mi perra mientras el barrio seguía en silencio, y al volver me recosté con la intención de seguir leyendo la biografía de Alejandro Dumas. Me gustaba ese momento ambiguo, en el que el día todavía no terminaba de comenzar, y uno podía demorarse un poco más en otra época.
Había en aquellos años que se narraban algo que no terminaba de comprender, pero que me atraía: una forma de lanzarse al mundo, de acumular conquistas, de contarse a través de las obras. Una tras otra, como si escribir fuera una forma de andar. Un mundo que todavía leía. Hacia el final de la lectura me pregunté si no seríamos, más que nada, el mundo que nos toca vivir. La pregunta no era nueva ni demasiado profunda, pero apareció igual, como una manera de intuir nuestra presencia en el tiempo.
Más tarde pasé por tribunales y hablé con una funcionaria que siempre me resultó amable, con algo de familiar sin llegar a serlo. Trabajé un rato y almorcé, pasadas las tres y media, en el restaurante de un amigo. Suprema cordon bleu. Muy buena. Después del café volví a la oficina, con la idea de resolver algunas cuestiones pendientes. Para cuando quise darme cuenta, ya eran las cinco y media y estaba en el taller, pintando sin rumbo preciso, dejándome llevar.
Fue entonces que mi pareja me escribió para contarme que, desde nuestra casa, veía un atardecer con un naranja intenso y me mandó una foto. Salí al patio queriendo ver lo mismo, pero solo encontré nubes densas y altas. Desde donde estaba no podía verse el cielo. Ella lo contemplaba desde arriba, en uno de los pisos altos. Yo seguía abajo, a nivel del suelo, y por alguna razón esa diferencia me resultó elocuente.
Pensé entonces en la naturaleza en la ciudad, en cómo siempre parece estar un poco más lejos. Se nos escapa, como si no acabara de pertenecernos. Tal vez por eso la sentimos más nuestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario