A esta altura:
No creer en nada que pueda ser
demasiado cierto, específico o verdadero,
y por sobre todo aceptar el misterio
de divisar a un pasajero iluminado
por el último rayo de sol de la tarde
que pasa en un tren a lo lejos,
rápido, en el medio del campo,
casi antes de que la luz
desaparezca del todo.
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