domingo, 18 de mayo de 2025

La llegada

Llueve desde hace mucho tiempo en mi ciudad. Sólo recuerdo una vez en que haya llovido tanto. Fue cuando tendría unos 12 años. Tengo el recuerdo de ver llover desde el cuarto de mis padres. Cosa extraña porque son pocos los recuerdos que tengo de estar solo en ese cuarto. Días enteros que trajeron inundaciones históricas. Y algo así ocurre ahora. Entre una inundación y otra puedo decir que ocurrieron las cosas más importantes de mi vida. También se ha mantenido lo más primordial: una causante intranquilidad, una tensión fija en la idea de que no volver a caer en cierto dolor; en una angustia desesperante. Y sin embargo esa angustia se ha mantenido siempre. A veces, a distancia más cercanas. Solo como una noción muy grande que avizora un fin, un hecho y un sentimiento. Por supuesto me hubiese gustado vivir con un sentimiento distinto a través de los años. Pero no ha sido capaz de tomar una dimensión distinta de las inmensas bondades que he recibido a lo largo del tiempo. Tal vez por una ambición desmedida que siempre ha pujado más fuerte y que es siempre la misma: Una escapar del dolor. Llegar al placer. Nada original en eso. O tal vez lo sea la fuerza con que puja esa ambición constante. a veces demencial. 

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