sábado, 31 de mayo de 2025

Mis razones

Quiero volver ahora a lo que hice después de hablar en los tribunales con esa joven bastante hermosa. Le escribí a mi padre, quien me dijo que estaba almorzando en el lugar al que concurre últimamente: un restaurante de bastante mal gusto, porque lo veo pretensioso, incluso estándar en sus pretensiones, donde se propone una decoración asociada a un lujo que nunca aparece y que emula todo lo que supone ser refinado, con un resultado claramente contrario al pretendido.
En ese lugar, por lo que he visto, mi padre ocupa siempre una mesa y se sienta, extrañamente, mirando hacia el mostrador y la cocina, en vez de hacerlo hacia la calle, como yo haría.
Ahí lo encontré, a la espera de unos ravioles con carne que, en su conjunto, parecían de lo más pesados, y con una copa de vino a su izquierda, en un horario bastante temprano para sus costumbres. Pero ese día todo estaba alterado por la obligación que había asumido de concurrir a ver a un juez de un tribunal superior, dado que yo no había querido ir por varias razones.
La principal, toca decirlo, fue el miedo. Ese tribunal tiene un ambiente opresivo, con funcionarios afectos a los modos parcos y poco empáticos. Para colmo, está el recuerdo de una experiencia bastante desagradable, vinculada a una vez en que, frente a un empleado en una mesa de entradas, proferí un insulto al aire —muy justificado— hacia una secretaria de un tribunal. Uno inferior, pero del mismo fuero. Luego me enteré de que eso motivó la realización de un acta judicial y el consiguiente apercibimiento por parte del juez, sin que se me ofreciera derecho a defensa.
Solo gracias a muchas gestiones y presentaciones pude revertir la situación. Fue un logro que todavía me produce orgullo, y que —en otra oportunidad, prometo— voy a relatar en detalle.

No hay comentarios:

Sueño

  Soñé que estaba en un ómnibus en una ciudad francesa —tal vez Lyon— y no sabía bien dónde debía bajarme. Después de dudar y no animarme a ...