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lunes, 1 de septiembre de 2025

En la penumbra

Debo dejar las supersticiones de lado y juntar fuerzas para contar esto: iba con mi hijo por la rambla que tiene este lugar. Era de noche, estaba fresco, había viento. Caminábamos de forma animada hablando de cosas sin importancia. Asuntos vinculados al mundo del futbol. A nuestro equipo. Cuestiones que interesan mucho a mi hijo y que de algún modo se han colado en mis intereses. A nuestra izquierda estaba el mar, y a la derecha unos restaurantes. De pronto, había una pérgola y bajo la pérgola pude entrever un hombre joven, de origen afro, que fumaba, solo y me pareció que impávido, un cigarro de marihuana. Pasé junto a él sin mirarlo demasiado para no incomodarlo. Seguimos camino y con mi hijo unos cuantos minutos después nos detuvimos frente a banco que mira el mar y también estuvimos un buen rato sentados contemplando el agua oscura, unos pocos barcos de pescadores fondeados, las luces de una ciudad a lo lejos que mi hijo se encargó de buscar en su teléfono y cuyo nombre no terminó de decirme, conversamos un poco más y emprendimos nuestro regreso. Recién entonces, de vuelta bajo la oscuridad de la pérgola pude divisar mejor: había una silla de ruedas y este hombre joven de origen afro, que era muy alto, estaba esforzándose por volver a ese lugar. Lo supe ni bien vi sus primeros gestos y la magnitud del esfuerzo que tenía por delante, en esas calles con piedras desparejas y veredas poco amigables a su silla de ruedas, toda su realidad se me representó de una forma tremenda y muy bien imaginada: su vida, su limitación permanente, supuse, un momento trágico, un hecho desconocido por mí y muy conocido por él, todo estaba inmediatamente después de ese cigarro de marihuana que él fumaba en la penumbra, según me pareció entonces, de forma impávida.  

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