Aún te creías capaz de realizar
un progreso importante…
gracias a que, en tu infancia,
un lobo marino se acercaba
a tomar los peces
que ponías en la explanada
para conquistar lo fuerte
a través de lo tierno.
Habías llegado con tus padres
escapando de un peligro: la dictadura,
un concepto que de chico no entendías
en una dimensión concreta.
Esa palabra en tu infancia
nunca tuvo un alcance preciso,
solo un dejo insuficiente
para equilibrar lo que anda disperso,
choca y se desune.
La opción sería unirlo todo
como hace el agua en la bahía.
Un manto azul alrededor de la península.
Antes de mirar hacia las rocas,
respiraste hondo pensando
que las grandes rocas eran tu acrópolis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario