Algo me ha gobernado. No he sido libre preso en una tribu; durmiendo cada noche junto a su fuego. Seres oscuros me custodian en el medio de la sábana. No me imagino otro modo; saltar sobre los instantes de forma ininterrumpida, constante, nerviosa, agotadora. ¿Cómo se sale de ese ritmo? No creo que el descontrol sea la llave. La mesura tampoco. ¿Privilegiar lo que siento? Vuelvo siempre a lo mismo. Mis sentimientos no son fiables, y no hay bienestar posible cuando se lo busca con demasiado énfasis.
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