Volví, como era de esperar, en búsqueda de Sabrina. Llamé para pedir un turno en llamas, llegué al depto en llamas, le pedí el “relax” al toque (por estar en llamas) y acabé pronto porque estaba que no daba más. Síntesis: derrapé por las llamas. Así fue. En un punto me sentí mal, pero el saber que todo era pago me trajo cierto alivio. Después, seguí con las averiguaciones. Lo principal era saber si Sabrinita se venía adaptando bien al ritmo de Caribe Masajes. Eso de que te pernen por día seis, siete y hasta ocho flacos no es para cualquiera. Al menos es lo que siempre digo.
Y sí, me puso contento saber que Sabrinita no se viene adaptando bien. Pienso que es un alma capaz de salvarse o alguna burrada por el estilo. O no sé…, pero el caso es que me lo dijo y sonreí contento.
Después, llegó el tiempo de los masajes. Calmos, como es ella. Pocas veces di con alguien tan buena haciendo masajes. Y se lo dije –porque a esa altura la conversación pasaba por qué mierda va a hacer Sabrina si se va de Caribe masajes...-. “Bueno, podés hacer masajes de una manera oficial. Tenés un poder curativo en las manos”, dije y la miré. Y mi comentario surtió efecto: ella sonrió. No hay dudas: que te concedan poderes siempre abona al ego. Le pone fichas. Eso no falla.
Después, mientras me masajeaba, divagué. Fui en búsqueda de mi última historia extra-oficial. Una de hace tiempo. Fue con una astróloga y por eso la añoro más que a ninguna. Fue una tarde de otoño; después de hacerme la devolución de mi carta astral en un altillo, esta señora tan elegante y tan cincuentona terminó conmigo en un lecho. Fue como tocar a una sacerdotisa, algo sagrado. Un hito: la visión de una vieja chupándote la pija; una vieja con unos pelos espeluznantes; una cabeza sacra que sube y baja en tu cintura y vos sobre un lecho en donde tantos fieles fueron a conocer su espíritu. Algo que bien vale otra entrada.
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4 comentarios:
y la del sensei enano?
bueno me pongo manos a la obra
te estás enamorando?
ja. acordo con SL.
contá lo de la sacerdotisa!
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