Ahora bien, volvamos a la fiesta y dejemos lo inasible para después. La fiesta, la casa, la noche entera, presencia compuesta por el espacio infinito y millones de estrellas –algunas ya muertas- en las que, según creo, nadie pensaba, y mucho menos miraba, esa fiesta tan bien lograda desde todos los aspectos materiales, y sin el más mínimo “daemon”, seguía dentro de los parámetros normales para el tipo de evento que pretendía ser: la gente iba, venía, muchos tomaban, algunos que pretendían ser los más alegres, bailaban y otros, los más apasionados ya estaban sexeando en la playa. Había buenas perras y perritas, dignísimos trolos, hasta buenos surfistas (reconocibles por su pelo a base de reflejos, para mí la estirpe más indeseable), y lo que las revistas catalogan como gente de éxito en general. También había drogas, tragos, pero lo importante para mí se llamaba Flavia. Y Flavia estaba, en el preciso momento en que terminé de hablar con ese Mario tan empresario, abordada por cuatro mejicanos que, con una estampa muy varonil –tan varonil que resultaba arcaica: pantalones ajustados, camisas abiertas, gomina y cadenas-, la cortejaban –término que cuadra a la perfección para lo que acabo de decir-. Me urgía ir a su encuentro. Copito por su parte ya estaba muy de charla con la amiga de Flavia, con Nuria. En eso Copito era más sabio que nadie: él siempre iba al número puesto. Era un rastro de su origen de pobre turco nacido y criado en un pueblo riojano que los millones de dólares one on one, a diferencia de otros turcos de su misma cepa, no habían cambiado. Él era feliz con una chica del montón. Hasta las prefería -tal vez porque le daban cierta seguridad-. Yo, como sea, a ese rasgo no podía más que admirarlo: era lo opuesto a mis ansias. Por eso Copito ya estaba con Nuria, esa chica morocha, flaca y con cara de nada. Encantado la agarraba de la cintura y bailaba. Copito, si ustedes lo pudieran ver se reirían: su pelo es tan blanco que conforma junto con su pancita, su poca estatura y su incipiente barba, “la imagen” de su nombre. Era, lo que llamo, una consagración lacaniana. Tordelli, a los fines energéticos, diferencia a las personas según tres criterios: los que sufren de más –mi caso-, los que sufren lo justo –el punto ideal y por ende el más difícil- y los que sufren de menos. En ese último rubro estaba Copito. No había dudas.
Urgido por la felicidad que demostraba Flavia me acerqué al grupo de mejicanos y, de la manera más decidida que pude, me presenté. Enseguida, mientras le di la mano a Flavia le pregunté: --- ¿No querés que vamos a la playa? Era una jugada de riesgo que podía fracasar exactamente de la manera en la que fracasó: ---No, mejor me quedo… ---contestó y, con una sonrisa adorable para los cuatro mejicanos, agregó: ---estos son divertidos ---. Y los cuatro señores, de pronto, como por arte de la magia más oriental, sonrieron apenas y se me representaron, de manera concluyente, como los hijos dilectos de Emiliano Zapata. Sé muy bien lo que digo: tenían la misma mirada.
---Bueno, quedémonos entonces a ver la diversión ---dije para salir del paso.
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3 comentarios:
Doy fe de los dichos del señor Cariños, a, asi como también debo agregar que Flavia en dos post más termina atragantada entre las dunas
afectuosamente
Amigo publicista, sus nuevos clientes: politicos mexicanos.
Aca copio su mail y por purdencia, me mantendre anonimo.
Los candidatos son mafiosos y jefes de barra brava mejor vestidos, modales pseudoempresariales y ciertas nociones de doctrina política y manejo mediático. Son como ese típico boga que a primera vista pareciera saber expresarse articuladamente pero que al cabo de un rato uno se da cuenta que repite textos, frases y modissssmos que aprendió de memoria. Viven la corrupción rampante y al perversión del sistema con una naturalidad asombrosa. Se tiran fiambres mutuamente como si nada, son pesutis en serio. La lucha armada es una extensión natural de la vida política.
No son necesariamente ladrones con ambición de riqueza, la guita la ven como una herramienta para comprar voluntades, llevan la política en el alma, les encanta la trenza, la transa, la maquinación, tienen rivalidades personales, caprichos, obsesiones. Algunos son muy carissssmáticos, otros son un misterio pero compensan la falta de onda con asssstucia y falta de escrúpulos. Hay muchos títeres que están donde están por "lealtad" porque demuestran poca ambición y se dejan manejar desde las sombras. Creo que en el fondo les gusta estar en el candelero, ser importantes. El político es, a mi entender, un tipo con carencias de autoessstima que necesita "ser alguien", que lo respeten. El jueves viene cuatro de Querétaro (se quedan todo el finde, obvio)
Anedas: presidente municipal de Tecámac (una especie de Florencio Varela lindante con DF), panissssta, no da la jeta hace meses porque el viejo está agonizando en el hospital. En el Pan lo quieren matar porque el PRI viene creciendo. Un presidenciable (al intendente lo llaman presidente municipal) deste mismo partido está caliente porque no lo eligen (todo es a dedo en Mex, no hay internas) porque fajaba a la jermu y se ventiló públicamente. El candidato de marras lo ve como algo totalmente injusto que no fue para tanto y ve conspiraciones. Para reconciliarse con el hijo le regaló una coupé 0km y el hijo se la devolvió. Está indignado con estos desaires.
Unos del PRD balearon la casa de un priista en querétaro. Le mandaron a "Rambo" un guardaespaldas/sicario de metro 60 y desmedido diámetro facial que sin decir agua va ajustició a dos punteros del PRD. Literalmente, los puso. Los mandó a tocar la guitarra al más allá.
amichis, son la levadura de llamas!!
acá está el complemento Tordelliano!
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