domingo, 5 de julio de 2015
Mi tía Eleonora
Las proteínas, la jovialidad
y las chicas que se aprestan
a conocer el campo sideral
donde la muestra de éxtasis
la encabezan los pájaros.
En su sitio el puerto, al final de
donde van los camiones con sus granos
y las cabezas de ganado
que los pobres azorados
miran con cierta pleitesía
como también adoran a las figuras
encaramadas en ciertos espectáculos
que al fin y al cabo
son bastante rupestres.
Las chicas y los chicos
están en sus escuelas
y los mayores trabajan bajo el sol
ocultado a veces por nubes
que recubren el paisaje con la intención
de volverlo, tal vez, un poco más opaco.
¿O el efecto será el contrario?
Podría ser más brilloso
sobre una bandeja de plata
que tenía mi tía Eleonora
la fantástica mujer que nunca conoció
el mal tiempo porque no hablaba
más que de cosas dignas de ser leídas.
Las plazas tienen sus historias
como la mayoría de las cosas.
Los viajes están para ser recordados
de una forma u otra
y las chinchillas son animales simpáticos.
Todas esas cosas, recuerdo, decía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
La historia era cierta
Caía el sol. Hablaban de lo lindo que sería ver un faro a lo lejos. Una gaviota, al ras del agua, enfrentaba el viento. Contaron l...
-
Creo que es mejor que les cuente un poco de Carola. Una premisa que no es sencilla porque mis percepciones cambiaron con los años de manera ...
-
Vuelvo de la playa abrumado. Y lo peor no es esa sensación tan grande, lo peor es cuando la realidad te persigue y te alimenta: hoy iba por ...
-
Y desmoronado como estaba recibí el lazo sagrado. Entró en mí el juguete voluptuoso de Flavia. Y cuando entró, empecé a sentir un dolor que,...
No hay comentarios:
Publicar un comentario