Claro, uno está a la espera de una voz
que se muestra espléndida, bruñida
de algún modo segura
y después resulta que es un gatito
que subió al pino más alto y sin demasiada
gracia se lanza sobre el pasto recién mojado
por la mañanita. Esperemos rezar algún día
con algún grado de convicción
y con la mirada en alguna cumbre
espolvoreada en visiones de un color
azul o turquesa. O podrían ser ambos colores
en las plenitud de un agua que corre
en forma cada vez más
firme en busca de otra frase
que uno piensa de forma ingenua.
domingo, 5 de julio de 2015
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