El tiempo pasa mucho
más allá de nosotros
pienso mientras veo
con nostalgia unas fotos
de cuando éramos
chicos -unos seis añitos-
en lo de mi hermana. El
tiempo como una sucesión
de hechos importantes
e insignificantes
que se alza para acompañar
nuestro aprendizaje,
elucubro en un
intento de diluir la angustia
que me
produce su paso, como a tantos.
El ejercicio de los
últimos tiempos, desdramatizar,
me funciona en parte,
muy en parte, y muy lentamente,
como me pasa con todos
los procesos que encaro para llegar
a una supuesta
mejoría, una purificación, la llamaba yo,
pero esa palabra
prefiero dejarla de lado porque me
evoca mucho
sufrimiento, un inmenso campo congelado,
una estepa siberiana
donde uno camina con
una cadena que une
las dos piernas, diría.
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