Íbamos
con mi mujer de la mano por la calle de siempre.
Como tantas veces, le contaba de mis luchas interiores
Como tantas veces, le contaba de mis luchas interiores
y de mi
voluntad de trascender el apego, y de
otras cosas,
que de pronto no tuvieron mucho sentido.
que de pronto no tuvieron mucho sentido.
Y
entonces hubo un silencio. Los
robles, al costado
del camino, tenían el bordó más intenso del año.
El cielo enmarcaba la claridad última del día.
Y un zorzal, oculto, yo quiero creer que alentado
por mi repentina distensión, gloriosamente cantó.
del camino, tenían el bordó más intenso del año.
El cielo enmarcaba la claridad última del día.
Y un zorzal, oculto, yo quiero creer que alentado
por mi repentina distensión, gloriosamente cantó.
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