Los
chicos suben al ómnibus en la puerta del colegio
para ir a un día en el campo
que
supongo será tan fabuloso como lo fueron
los días
en que tiempo atrás, en el medio de la dorada
e
inabarcable pampa, permanecía atado a un montón
de cosas
sobrenaturales que tenían la bondad
de
evadirme de lo brutal y desapacible que traían los días.
Hasta
que ese mecanismo creció y creció,
de forma
tan desmedida, que se convirtió,
ya de
grande, en una carga delirante,
que con
mucho esfuerzo, tuve que desarmar
día tras
día con paciente dedicación.
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