Vivimos en el espacio-tiempo
en un asombro constante.
Enfrentamos nuestros temores en pos
de liberarnos más y acceder así
a un mayor grado de potencia.
Valoramos nuestras capacidades
para amar por sobre todas las cosas.
Tratamos de perdonar sobre todo
nuestro propios errores para mejorar
un poco con ellos. E intentamos cubrir
de esa piedad a nuestros semejantes.
La parte más difícil.
Porque todavía nos queremos tanto
de una manera equivocada. De una forma
que exalta nuestra omnipotencia
para distinguirnos como un pájaro
multicolor
que sobrevuela el bosque de pinos.
Pero sabemos:
es el canto de los pájaros
pequeños e indeterminados
el que crea la melodía
que tanto bien nos hace.
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