frente a los otros y frente a nosotros mismos
mientras mantenemos una verdad íntima y profunda
con la forma de un roedor chico y asustadizo
que le gusta hablarnos al oído en busca de una entereza
que no estamos en condiciones de darle.
Y así vamos, los días de los días, y tal vez,
a veces, con un esfuerzo inmenso, logramos algo
de lo que ese pequeño roedor reclama:
unas palabras de aliento para que nuestro sentir
se acerque al de él y se funda en una percepción,
o más bien en una honda certeza.
con la forma de un roedor chico y asustadizo
que le gusta hablarnos al oído en busca de una entereza
que no estamos en condiciones de darle.
Y así vamos, los días de los días, y tal vez,
a veces, con un esfuerzo inmenso, logramos algo
de lo que ese pequeño roedor reclama:
unas palabras de aliento para que nuestro sentir
se acerque al de él y se funda en una percepción,
o más bien en una honda certeza.
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