Me acuerdo ahora que por ese entonces, con estos jóvenes poetas, íbamos a jugar al futbol y después a comer algo, y ese tiempo, ese estar ahí -yo suponía que de algún modo haciendo historia-, me generaba cierta tensión, sin duda cierta exigencia por generar yo mismo cierta importancia frente a la propia importancia que los demás se arrogaban gracias a sus incipientes pasos en el limitado mundo de la literatura, uno que, ya lo dije pero no me canso de repetirlo, a mí me era ajeno, pero no por eso estaba dispuesto a dejar pasar, por más que yo no tuviese, de modo esencial -esto también lo dije-, las condiciones para entrar en él.
Pero, como yo no tenía en definitiva ningún tipo de atributo, fuerza o condición para estar demasiado encumbrado en ningún mundo, supongo que por un montón de mandatos familiares, sociales y por condiciones mías que ahora no me voy a describir en detalle, ahí estaba yo, pujando, corriendo atrás de la pelota.
viernes, 3 de abril de 2020
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