Esa manera cariñosa de mirarnos,
esa forma de dotar a los surtidores de nafta
de la fuerza necesaria en la estación de servicio
abandonada y nunca perdida del todo,
nunca lejos de las hortensias que estuvieron,
como te debes acordar, en el recuerdo
de esos días alrededor del lago.
Tenía cisnes ese lago
y el tipo de rasgos románticos
que aprendimos a adorar en las colinas de Baviera
sin haber estado ahí más que dos o tres días.
Había una fuente cerca con una estatua
de un coloso y la mirábamos.
Todo eso está ahora
en el cuadro que vemos cada día.
Archivo del blog
viernes, 10 de julio de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El examen
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
Una vez levantado de la siesta, y luego de quedarme mirando el techo un buen rato, decidí que lo mejor sería terminar algunos dibujos que te...
-
Viajo junto a un hombre pequeño, de mirada afable, con un gesto de humanidad comprensivo con el prójimo. O al menos lo supongo cuando lo s...
No hay comentarios:
Publicar un comentario