de la idea de un sobreviviente.
La fórmula de un ejemplo.
La vida de un gato entre
guijarros en la playa.
Lo iluminaba
la luna espectacular
y tal vez por eso
que imagino
de cada momento
especial del mes.
Esa luna
se posaba en el mar
de esa playa
donde el gato
pasaba sus días
pasaba sus días
indefectiblemente
impávido.
La indolencia de ese gato tendía
La indolencia de ese gato tendía
a intensificar mis nervios
en la frontera de un país
demarcado por las arbitrariedades
de los momentos históricos.
La idea de esa playa
La idea de esa playa
todavía me persigue.
Porque más que una idea,
esa playa es un hecho y una realidad
mucho más intensa y particular
en mi mente.
Una mente a la caza y a la pesca
de un número indeterminado de imágenes,
secuencias, ideas vagas
en mi mente.
Una mente a la caza y a la pesca
de un número indeterminado de imágenes,
secuencias, ideas vagas
(algunas veces productivas),
que se deslizan
que se deslizan
a la par de la olas
que tiene la playa.
Esa playa, la verdad, es algo espectacular.
Esa playa, la verdad, es algo espectacular.
Todavía es, o al menos
lo era hasta la última vez que fui,
un punto remoto. Y tiene lo que llamo
un punto energético inmaculado.
Pero lo que llamo así
no vayan a creer
que es exactamente eso
que es exactamente eso
para alguien más.
No vayan a suponer
No vayan a suponer
que las cosas que me han quedado
grabadas son un hito fuera de mí mismo
-la noche esa en Pisa por ejemplo:
la ciudad estaba quieta por el frío
y por esas suertes
lo viví de esa manera
grabadas son un hito fuera de mí mismo
-la noche esa en Pisa por ejemplo:
la ciudad estaba quieta por el frío
y por esas suertes
lo viví de esa manera
y nadie más-
y eso
me ha hecho creer
me ha hecho creer
más en mí mismo
que en cualquier idea o impresión.
En fin,
la vida del gato
tal vez debe ser así,
y tal vez por eso
su indolencia
me irrita tanto
me irrita tanto
en esa playa
que imagino
todavía espectacular
para que adquiera
más fuerza.
más fuerza.
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