que tanto quise y pocas veces vino,
ahora que ella está por fin conmigo,
hoy mismo, en este momento,
siento una ganas bárbaras de ser
escuchado solamente por vos
Dios de las alturas que casi nunca escuchás,
nunca sentís nada
y nunca das ánimo fuera de ese tipo
de señales inciertas que debemos interpretar
lo más a nuestro favor que podemos
porque vos, Dios, solamente estás,
en lo que a nosotros concierne,
en nuestro corazón, dado que todo depende
de nuestro esfuerzo a la hora de acercarnos
a vos, Dios, que permanecés en el trono frío de la noche
espléndidamente inmaculado por un silencio
que muy de vez en cuando quiebran unos
grandes perros a lo lejos,
y vos, Dios, sin decirnos nada, atento
a los sufrimientos y alegrías que tenemos,
nos dejás seguirte
a vos Dios que a su turno, has hecho el universo,
y desde entonces ves cómo él,
y desde entonces ves cómo él,
tu cuerpo glorioso, y se expande.
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