sábado, 28 de noviembre de 2020

Corrientes

  

Cada noche empotrada en la pared

el aguila del reloj nos custodia 

con sus alas de ébano en una casa 

con paredes anchas y tejas 

de un rojo opaco gastado por el verdín.

 

*

Víctima de tus cosquillas, 

termino sumergido 

entre sábanas con uvas 

perfectamente dibujadas. 

 

*

Que no se vaya 

entre puestos y personas, 

pensé en la feria, y me pareció 

que murmuraste: no me voy. 

 

 

*

En la galería de la casa 

muchas rayas cruzan el suelo. 

 

Baldosas negras y blancas; 

las miro cuando estoy acelerado.

 

 


*

Mi temor es que tarde o temprano 

pienses que no hay espacio 

y las palmeras dejen 

de resultarte especiales.

 

 

*

El viento sobre los juncos 

y las hojas cayendo de las acacias.  

 

Las golondrinas tocaban el agua,

la corriente nos llevaba, fue necesario 

agarrarnos de unas ramas.

 

Te lo dije: no deberíamos 

adentrarnos tanto en el río. 

 

 

Los peces nos parecieron tibios,

después fuimos acostumbrándonos.

 

*

Arriba, nubes en ceremonia, 

paredes de eucaliptos y un techo 

que era la sombra enorme de los árboles.

 

 

 

 

 

*

De los ceibos, calandrias 

y zorzales se han ido; 

solo queda el aire fresco 

del final de la tarde. 

 

 

*

Un barco echa humo 

y los tripulantes arrojan sus redes. 

 

 

*

Es la hora del té. ¿No las ves? 

Diminutas en el agua algunas 

hebras también nadan.  

 

Más tarde, vimos el pez 

ahogándose en el balde 

y las burbujas yéndose 

entre las piedras.

 

Esas burbujas 

se delizan por el agua 

hasta el borde ennegrecido. 

 

A esas burbujas las sigo siempre.

 

 

*

La idea es bajar 

entre cardos con puntas violetas 

por senderos casi imperceptibles 

hasta donde los duraznos 

son despedazados por los pájaros. 

 

*
A la siesta, ensayamos 

detrás de la puerta, 

en la oscuridad, tocándonos 

mientras lo desparramado 

nos marea, desespera y sonríe. 

 

 

*

Serenar al cuerpo aunque más tarde 

tengamos que hacer lo mismo.

 

 

*

Una linterna nos permite ver 

el polvo elevándose en el puesto 

semidestruido cercano a la ruta.

 

 

 

Plantas opacas y troncos anudados.

Por esa ruta casi no pasan autos. 

 

 

 

*

Bordeando la pared veo las baldosas 

calientes donde estuvimos acostados. 

 

Había un sauce curvado. Casi fosforescente,

tocaba el río con sus ramas: ahí mismo 

te sostuve sobre el agua. 

 

 

*

Ahora todo esto viaja 

como el panal que prendimos fuego.

 

Las abejas volaron y nosotros corrimos 

con alcohol y fósforos en la mano. 

 

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