Estuvimos mucho tiempo
con la intención de resolver algo
y ahora, desde el balcón del hotel,
vemos los nuevos indicios de la luz.
Al amanecer, me decís,
no necesitan los remeros evitar
a quienes disfrutan del agua.
Por eso pasan rápido
cerca de la orilla ennegrecida.
Y con todo, el recuerdo de esos bañistas,
en esta orilla atravesada por las pequeñas olas,
está en la luz que motiva
el canto de los pájaros.
Quise remarcar que pasaremos
otra navidad juntos, aunque sé que no cambia
demasiado lo que diga en ciertos momentos
porque lo determinante es la forma,
y en las formas un avance es algo incierto.
No se puede confiar en nuestras pretensiones
si con cierta vacilación en la voz
volvemos a una historia de desencuentros,
con la mirada en la arena que recibe
a las pequeñas olas ennegrecidas.
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