Fuimos a varios lugares
en busca de una algo
que finalmente no encontramos.
Recorrimos playas, subimos
y bajamos por distintos lados
y aún así la idea de ese paraíso nos persigue
como una maldición que debemos desarmar
para crecer en la dimensión
por donde reptan las iguanas.
Un desierto de tierra enrojecida.
Un cielo casi azul surcado por buitres
y nubes blancas.
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