Ibas por nubes
de los cielos
mejor pintados.
Lo cercano tendía
a distenderse.
No tenías una exigencia
específica. Escuchabas
crecer las flores.
Solo los perros te seguían
y, sin embargo, no estaba
claro tu rumbo.
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
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