Porque una obsesión
tomaba tu cuerpo
como si se tratase
de un territorio útil
para desde ahí
tomar otros espacios.
Por eso ibas
hacia el silencio.
La tierra entera, decías,
sería tuya cuando pudieras
crear silencio.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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