Volvías a los jardines cercanos. Jugabas con tu abuela. Otra vez eras un tigre. De nuevo había animales atrás de las plantas. El pequeño estanque era un brazo del Amazonas. Unos guacamayos color turquesa y amarillo, y otros rojos con pinceladas de negro, blanco y verdes, circundaban por los árboles. El cielo era el decorado de un gran teatro. Y arriba te miraba Dios. Y debajo de la tierra había huesos de dinosaurios a la espera de ser descubiertos... De pronto, volvías a escuchar silbar al hombre que vendía helados. Pero para entonces ya no tenías memoria... eras un pájaro.
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