Tenía ganas de verte de nuevo un poco. De conversar con vos acerca de lo que sea, de lo antiguo y de lo nuevo. Incluso del futuro. Tenía ganas de estar otra vez en el desierto los primeros días del invierno y de seguir yendo como entonces al mismo lugar hasta la primavera, al borde del mismo río, acostados en la misma lona a la espera del tiempo que viene después de la siesta, atentos a los buitres en lo alto, cercanos a ese cactus inmenso que parece un ser humano.
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