Estabas en las cinco y media despierto y, cuando ibas al living, te encontrabas al papa durmiendo en el sofá. A su lado estaba Yiyo, el gato de tu profesor de escultura. Hermoso y callejero el gato te miraba como sonriéndote, de algún modo diciéndote: "No hagas ruido, no molestes, que este hombre está acá durmiendo..." Lo veías de nuevo al papa; el viejo dormía vestido con su sotana blanca poniéndose una mano en la frente igual a como dormía tu abuelo; parecía estar sufriendo en cierto modo.
Por un motivo extraño, para sanar a los dos, sentías que un ángel iba a descender del cielo en ese mismo momento entre una luz divina... Así que te sentabas a esperarlo como lo hacías en tu infancia... Pero ningún ángel se presentaba... Solo continuaban los ruidos de la ciudad a lo lejos, y cerca tuyo el ruido a lata que hace a veces tu chimenea los días de viento...
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