Estabas con el papa en un taberna vasca tomando un vaso de sidra y comiendo unos pinchos. Él te comentaba que al final de cuentas no está muy claro si Dios existe, ni qué tiene que hacer uno con su vida.... Se hace camino al andar... te decía con una expresión un tanto triste, y alzaba su copa para hablarte de una monja que había conocido en su juventud y todavía frecuentaba. Y a vos te daba la impresión de que esa mujer era el amor de su vida y que el papa estaba un tanto triste porque nunca había podido formalizar la relación con ella...
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