Soñaste con un mar quieto y azul en el que se veían cabezas emergiendo. No sabías si eran de delfines o sirenas. Un cielo límpido acompañaba el cuadro donde no había más que una pequeña nube redondita casi en el centro; y sin embargo, pese a tanta belleza, sentías cierto malestar. Si bien estabas en un lugar precioso, tu cuerpo alojaba a un pichón desnutrido en tu panza, pensabas y tu intención era superar ese trauma y para eso nadarías unos cien metros más o menos hasta donde estaban las cabezas de delfines o sirenas. Pero ni bien ponías un pie el agua notabas que iba a ser difícil nadar tan lejos: el agua estaba helada.
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