Buscábamos en las pinturas gestos de figuras hermosas y en un punto sobrehumanas que nos llevarían graciosamente a lo endeble. Solo después, planteada la composición o rareza del paisaje, aparecería la quietud.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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