El sol se ocultaba mientras veías los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino.
A la ida y a la vuelta, enfrentaste la obsesión por no pensar. También la intención de comprender a tus hijos. Uno puede comprender más a sus hijos que ellos a nosotros. Pero no estabas seguro de eso; tus impresiones tienden a cambiar y los pájaros sobre las murallas a seguir.
Después saliste a pasear con tu perra sobre el final de un día de calor agobiante y más tarde, con dificultad, te dormiste. Mientras dormías se desató una tormenta y al despertar, como el viento era fresco, abriste las ventanas: los árboles se movían, los pájaros cantaban. Eras feliz, feliz como alguien venido de la antigua Grecia.
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