jueves, 26 de enero de 2023

Los inválidos

 

Salida hasta los jardines de Luxemburgo. Al costado, un estanque con varios patos y una pared con esculturas y diseño destacado. El lugar frío y solitario. Fui feliz. Lo mismo más adelante frente a una escultura de un ciervo con dos pequeñas crías. El bronce cuando es verde claro logra un efecto vivaz. Los árboles en esa zona son grandes y acompañan la escena hasta lograr la idea de un bosque. Hay un liceo detrás que se llama Montagne. 

Después, caminata por el llamado jardín de los grandes exploradores. Visión de niños jugando a la pelota. Caras comprenetradas con la actividad al punto de irrumpir en llantos cuando la maestra dice que se debe terminar. Luego, la avenido del observador y enseguida boulevard Montparnasse. Una vez ahí el encuentro con restaurantes llenos de gente mayor. Tal vez gente de la burguesía media y alta de París. Pero tal vez no tanto...

Más adelante, la llegada al barrio de Briteuil y más gente de estilo similar. Comida en un lugar de impronta italiana atendidos por un mozo colombiano que nos explica que juega al futbol en la quinta división. Trabaja, dice, en el lugar desde cuatro meses atrás mientras intenta aprender el idioma asistiendo a clases. Usa un término muy bueno: dice que está amañado al lugar. Que está cómodo.

Después, ida a los inválidos. Los mármoles de las tumbas son lo mejor. Sobre todo uno negro con manchas blancas -tumba de José Napoleón- que no había visto nunca. Y también el mármol rojizo de la tumba de Napoleón. La estética y el lugar transmiten grandilocuencia y frialdad.  

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