jueves, 23 de febrero de 2023

A la salida del centro Pompidou

Ida al Pompidou. Antes el Louvre. Me cuesta decir qué tiene valor en el arte porque existen múltiples fuerzas culturales que invaden mi cabeza y me llevan a lugares indicados por otros. Es difícil separar los gustos personales de los gustos colectivos, pero en esa separación radica el arte.

Louvre. Le digo a mi hijo que las esculturas "clásicas" no me llaman demasiado la atención, pero después me cuesta explicarme. Pienso un poco: busco un acercamiento capaz de dar con la potencia de la materia. A esa fuerza la llamo "esencial." Por lo tanto, las imitaciones "naturalistas" si bien me admiran por su precisión a la hora de representar el mundo visible, muchas veces no llegan a tocar el punto de encuentro con fuerzas que tiene que ver con una composición que anuncian algo que jamás se presenta. 

Las esculturas naturalistas se pierden en la representación misma porque copian sin ahondar en la composición. Si convenimos que "algo" sostiene a la materia, y que ese "algo" no son solamente moléculas, podemos decir que existe un aspecto etérico que conecta a la materia con la creación. De ese modo, podremos entender mejor el camino hacia una composición que solo expresa lo intuido. Una fuerza que no depende de una fórmula o definición sino de un misterio que se define en el objeto.

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