Feria en la plaza en Toledo frente a la catedral. Venden vino caliente. No me atrevo a probarlo. Pruebo con una señora que vende panes. Luego, con un joven que vende quesos. Me da a probar. Su energía me parece franca, sentida. Lo espontáneo. Lo silvestre también por acá. Sigo, también hay churros a la venta. Comemos en la plaza. Unos italianos hablan. Dos hombres que pertenecen a cosas raras, prejuzgas. Por lo demás, jóvenes y una familia que come en la barra. Cuando me digo que el restaurante es trabajado por peruanos. Todo se enlaza en la tierra. Toledo tiene una impronta fortificada y una estatua que pretende adoptar a Cervantes.
Archivo del blog
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Había caído el sol
En la orilla, veías el mar a la espera de una tormenta mientras tus hijos jugaban a un costado. Pensabas en tu padre y en sus éxitos. ...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
Vuelvo de la playa abrumado. Y lo peor no es esa sensación tan grande, lo peor es cuando la realidad te persigue y te alimenta: hoy iba por ...
-
Creo que es mejor que les cuente un poco de Carola. Una premisa que no es sencilla porque mis percepciones cambiaron con los años de manera ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario