Caminé desde Miami Beach a Brickell y, en el camino, vi a un hombre en silla ruedas con un salvavidas puesto bien en el borde de la bahía. A cierta distancia, había un joven con el que intentaba charlar... Luego vi montones de departamentos pequeños; solo uno que tenía montones de orquídeas. Más adelante, crucé varios puentes, vi distintas casas, algunas fastuosas, y autos de alta gama que esperaban que máquinas y hombres vuelvan a su lugar un puente que habían levantado para que pasen unas lanchas con parlantes a todo volumen. Y por fin, casi al llegar a mi departamento, en una calle lateral por donde no caminaba nadie, encontré tirada en el suelo una chalina gris. Me pareció de buena calidad, pero seguí mi camino y, casi enseguida, pensándolo mejor, la tomé del piso y volví a emprender mi camino.
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