La lluvia arrecia otra vez. Ahora estamos en un restaurante despersonalizado de una cadena de las tantas que hay por acá. Piratas del caribe me llevó al terreno de lo fantástico. Había cañonazos, humo, aguas agitadas y por supuesto hombres despiadados pero sonrientes que luchaban cerca de mi bote de mentira. En ese juego se puede pasear por el agua en escenarios que pretenden imitar el mar caribe de otros siglos cuando existían peligros de abordaje. No había gente gracias a la lluvia que se largó sobre el cierre del parque. Salimos desde un costado, el espacio al fin se había detenido en el vacío, la eternidad. Ni un ruido. Vi las imágenes del castillo. Estaba al final con sus torres altas para realzar una protección inverosímil. Nada es demasiado poético, ni verdadero. Nada representa lo que busco. Sin embargo, la mediocridad de todo me genera un relajamiento que me resulta placentero, fácil, al alcance.
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sábado, 27 de mayo de 2023
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