Ese día te sentaste en el lugar
que se presenta como tan exclusivo.
Y ellas pasaron con sus modos
de señoras, mientras unas ardillas,
por los árboles, con gestos
nerviosos y rápidos,
parecían imitarlas.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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