Con los años todo se vuelve irreal. Tanto que en mi cabeza corremos hacia un agujero que nos devora junto a una vaca que mansamente pasta, y a los pocos instantes ese mismo agujero nos expulsa a los tres sin un motivo aparente.
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
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