Una pluma negra entonces pasó cerca: la miramos. Pronto llegaría el fin del día. El momento para disfrutar del viento y, a lo lejos, de las parsimoniosas vacas. Detrás nuestro iban y venían los cuerpos de los estudiantes. Apurados, salían del edificio de la universidad distanciándose apenas unos de otros. Más arriba volaban pájaros de un negro brillante. Los miré y dijiste: Son cuervos
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