Miré entonces el cielo. Una nube, movida por el viento, iluminada apenas por el sol, tenía los rasgos de un león. De chico, recordé, veía nubes con forma de animales. Una capacidad que, ahora que lo pensaba mejor, había ido decreciendo con los años. Te conté eso y otras cosas de mis primeros años y llegué a las mejores historias de mi infancia.
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