En el zoológico, lo primero que se veía era un estanque. En una orilla, al sol, descansaban unos carpinchos. A su lado, unos patos en el agua también reposaban. Esos animales, con su quietud y gracia, compensaban mis pobres acotaciones mientras hablabas de las vueltas que uno ensaya para no afrontar el difícil arte de continuar sin un deseo, un plan, un objetivo, algo que nos justifique y otorgue un sentido. Sin embargo, dijiste, como ellos, solo queremos descansar, plácidamente.
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