jueves, 14 de septiembre de 2023

Su color característico

 

 

 

En mi recuerdo la rompiente a mis pies 

no llegaba a mover lo que por momentos 

tocaba. En ese tiempo era feliz solo 

con caminar por las cuadras conocidas. 

Las cuadras de mi barrio. 

Las calles arboladas que llegan 

hasta una plaza circular

que en un sueño reiterado 

tenía un fuego 

que comenzaba en un casa abandonada 

y desde donde salía una cantidad 

enorme de brea, que sin querer pisaba. 

Estaba desnudo en ese sueño, 

y por esas cosas de las noches,

mientras huía de la inundación de brea, 

caminaba por un pasillo angosto y oscuro 

del que no podía salir. Hasta que al final 

veía un campo lleno de juncos rodeado 

de pantanos y enfilaba hacia ese lugar

corriendo con la idea de abstraerme

de los ruidos y de la locura 

que me generaban las llamas. 

 

Pero entre los juncos enseguida 

me veía de nuevo cercado por el humo

y entonces lo único que se me ocurría 

era sentarme a meditar. Y en eso estaba 

cuando de pronto veía una vaca en mi hígado. 

Y luego una rosa que por momentos 

era blanca, amarilla por otros, roja 

y por fin lograba su color característico.

 

 

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