Pienso frente al canal
donde nadan unos peces
en los puntos que unen
mi vida a la de mis padres
y en como muchos de ellos
derivan de los suyos
y me pregunto hasta dónde
se remonta esa cadena.
Una mujer se aleja sobre
los brillosos adoquines
de la parte antigua de la ciudad.
Recién paró de llover.
La humedad amplía el sonido
de las olas
cuando golpean la pared de piedra.
Tuve sueños horribles.
Una vez más estoy
con un ratón asustadizo
que le gusta hablarme al oído
y me pide una entereza
que me cuesta adoptar.
Pero atento a la olas,
confío que esa confianza
será una flecha
que llegará al blanco.
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